viernes, 8 de agosto de 2008

Decisiones

Salir de un estado de decaimiento debe ser cosa fácil, aunque se logre a fuerza de voluntad.
De modo que me arranco del sillón; camino alrededor de la mesa: meneo la cabeza y extiendo el cuello; miro con ojos de fuego y no dejo músculo del rostro sin funcionar.
Contrarío mis más caros sentimientos: recibo con entusiasmo a A, y soportaría alegremente a B, si ahora mismo me visitara en mi habitación; y si se tratara de C, me tragaría todo lo que dijera, a pesar del cansancio y del dolor.
Pero aun actuando así, la menor falla arruinaría todo, y tendría que empezar de nuevo.
De modo que lo mejor que puedo hacer es soportarlo todo con serenidad; comportarme como un peso inerte, y no dar un paso innecesario por mucho que me sienta apartado.
Mirar a los demás con mirada animal; no sentir remordimientos; en resumen, sumergir la vida fantasmal que aún subsiste, darle el mayor paso posible a la calma de los sepulcros y terminar con todo.
Un movimiento característico de semejante estado de ánimo consiste en recorrerse las cejas con el dedo meñique.

Kafka

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