- Te daré tus nalgadas.
- Ojalá, y yo me vengaré.
- Sí.
- Y pegaré a esas almohadillas que tienes por nalgas. Tal vez, hasta las muerda.
- Te diré algo que nunca pensé en decirte. Me gustaría haberte hecho el amor. Hacértelo, hacérmelo, hacérnoslo.
- Lo hicimos, varias veces.
- Tienes razón.
- En cada beso entre nuestros labios, con nuestros abrazos entrelazados.
- En cada suspiro.
- Cuando mis labios y mi lengua se perdían entre tus piernas. Cuando mojaba tu mano.
- En ensayos de lambada.
- En cada mirada. ¿Recuerdas la primera vez que besé tus senos?
- Recuérdamelo.
- Recordaré que probé tus senos, tus pezones, aquella tarde después de clases. Solos, rodeados de espejos. Cambiabas tus mudadas, y yo te observaba. Me aseguré que nadie estuviera cerca, para acercarme a ti. Detenerte, asustarte y disfrutar de esa mirada tierna e inocente.
- Ya recuerdo, gracias.
- Ángeles... el lugar donde compraste el boxer morado de encajes, ¿cierto?
- Sí, tu regalo.
- Un regalo que guardas. Y un vestido de noche que nunca disfruté.
- Un regalo para ti. Lo usé para ti, pensando en ti. Y el vestido, aunque no estuviste presente, lo viste, y me disfrutaste en él.
- Me regalaste ese momento. Nunca se trató de objetos, sino de tu piel. Y ver tu alma a través de ella.
- Me hubiese gustado que tú lo desabrocharas.
- Hacerte el amor con la mirada... lo desabroché con la mirada.
- Después de besarme el cuello.
- Recorrer tu espalda.
- Quitármelo con tus labios. Besar tu pecho, lamer tus pezones, saborear tu cintura.
- Recorrería nuevamente el camino de tus piernas. Rozaría tu abdomen con mis labios, con mi lengua. Y humedecer tu cintura. Perderme en tus vellos.
- Dejaría que me hicieras lo que quisieras.
- Buscaría que tus piernas presionaran mi cabeza, y seguir mientras escucho tus murmullos: "Para... detente".
- No lo diría. No diría nada. Me robas el aliento así.
- Parte de mi vida se escurría en tu piel... se perdía con el agua. Ahora recorro mi cuerpo con mis manos, recordando cómo lo hacían las tuyas.
- Ojalá fuera mi cuerpo.
- Ojalá fueran tus manos. Mientras poseo tu piel, una vez más. Hacer lo que nunca me atreví, adentrarme en ti.
- Lo hiciste.
- Pierdo la cordura y ésto me está apretando.
- Déjalo, disfrútalo. Pero dime, ¿lo hiciste?
- Hacerlo...
- Sí, dímelo. ¿Estuviste dentro de mí?
- Sólo en tu mente, en tu corazón.
- ¿En mi cuerpo?
- No.
- Lo hiciste...
- No, no me lo permitías. Llegué hasta los labios de tu sexo.
- Una parte de ti estuvo en mí.
- No.
- Mis piernas temblaban, tus labios entre ellas.
- Hubiese querido que toda tú, temblaras.
- ¿Qué sentías?
- Reventarte. Explotar. Perderme.
- Lamías, mordías. Chupabas, me encantaba que chuparas.
- Arrancar esa parte de ti. Quedarme con ellas. Tomarlas cada vez que quisiera. No puedo calmar mi respiración.
- No la calmes.
- ...
- Quiero soñar contigo. Sentirte, que fueras real.
- Recorrer tu pecho, bajo tu blusa.
- ¿Por qué no lo haces?
- Por que ya no tienes blusa...
- Cállate y bésame.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Siempre hay porqué volver.
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