El día de hoy me hicieron el comentario siguiente:
“No hay un Dios allá afuera, en los cielos. Llevamos a nuestro propio Dios dentro de nosotros”.
Todo el día estuve pensando en cómo asimilar la oración y poder tomarla.
No es el hecho de saber si está afuera o adentro, sino que es Él y no yo.
Podremos preguntarnos en dónde está él y no obtener una respuesta que satisfaga nuestra duda. Empiezo a entender aquello de la fe. ¡¿Qué importa saber dónde está, si está en todas partes?! Es el hecho de pensar que las cosas son por él y que nosotros somos parte de.
Llevo el poder de Dios, dentro de mí. Y yo estoy en él.
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