lunes, 15 de marzo de 2010

De chuchos…

No sé qué les pasa a los chuchos, que pueden escuchar cualquier sonido (bueno, no cualquiera. Pero son más chingones que uno, ¿a poco no?).

Llegando a mi casa, justo al abrir la puerta del carro, uno de mis chuchos (y el que más odio) se mete al auto. A empujones, logré hecharlo, pero el desgraciado hijo de perra insistía en regresar. Me sorprendí ante tal comportamiento, y pregúntome la razón. Después de empujarlo con los pies, escuché el estallido de cohetes (algo estarían celebrando). Pinche chuchos mampos, les ha de lastimar -diamadres- ése sonido, por que el condenado estuvo insistente buen rato. Hasta que dije la palabra clave y una serie de señas (entiéndase que están bien pinches instruidos por mí).

 

Les comparto esto, para todos aquellos que somos mulas, tercos, orangutanes y chuchos. Por los que no aprendemos la lección, y seguimos detrás de lo que queremos. Y yo, a ti, ¡te quiero mucho!

 

Y así.

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