Me permitiste envolver tu cuerpo con mis brazos, romper las barreras de la piel y llegar a un lugar más profundo en ti. Lugar que desconocías y abriste para mí.
Siento que logré velar tus sueños mientras dormía, y sentir el aroma de tu amor, pese a que no estabas. Guardé imágenes de ti, para llevarte a todas partes, y cuando necesitaba de ti, la solución sería cerrar mis párpados.
Tus sonrisas, tus miradas y la sensación no hacían falta. Tus palabras plasmadas en texto eran mi compañía. Confieso que en varias ocasiones imaginé que con tu voz eran pronunciadas. La imaginación y el susurro del viento me ayudaban. Y era posible.
Abracé sueños olvidados, reviví el vocabulario del alma, el de mi cuerpo.
Me regalaste amor, inspiración, sabiduría, paciencia, miradas tiernas, caricias suaves, silencios sinceros, muchas noches lindas y días alegres.
Sintiéndote, cada vez más en mí. Así me enamoré. Así me entregué.
Mi mente sigue formando tu figura, y sigo pensando en ti.
Gracias por tocar mi vida, por marcarla.
Te Amo.
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