miércoles, 13 de agosto de 2008

Capítulo I.

Ser Cartagio no es pertenecer a una nueva religión, tampoco formar parte de una nueva secta, para mí es toda aquella persona que tenga un compromiso consigo mismo y con su entorno social.

Buscamos mejorar el tipo de vida de las personas, eliminando todo obstáculo que se interponga en nuestro objetivo común, la felicidad.

De cierta forma somos fatalistas, pues no creemos que el destino esté hecho, nosotros lo formamos, y como de nuestros principios señala, obtenemos lo que provocamos.

Deseamos desarrollar la forma de pensar, analizar y criticar, para la pronta solución de todo problema. Para esto, se impone un sistema de selección y clasificación de problemas.

Decir que formamos un Cartagio, es presenciar la existencia de un ser con las características de lo que es el superhumano. Esta idea es tomada de la visión del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, y a mi forma de ver a un ser perfecto.

Un Cartagio vive ocn intensidad sus sentimientos y emociones, pero éste es capaz de frenarlos y reprimirlos en los momentos necesarios, por medio de la razón, es decir, la razón estará sobre todo lo demás. No espera recompensas futuras, es más, podría decirse que un Cartagio espera nada, pues es capaz de aceptarlo todo, ya que afirmamos el hecho de la vida, que el vivir es tener y compartir sufrimiento y dolor, pues estos aspectos, son la esencia de la existencia humana.

Un Cartagio es el ejemplo activo de quien sabe hacer uso de los valores en el momento preciso, guiándose de éstos para la toma de decisiones, y que sus juicios sean lo más convenientemente justos, sin arrepentirse de los resultados y aprendiendo de ellos.

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