sábado, 16 de agosto de 2008

Una Cena de Bienvenida.

Estábamos sentados en la mesa, el silencio invadió el salón, todos los presentes mostrábamos un gesto de seriedad, fue un momento después cuando el señor Fitzgerald ausentó de su lugar, deteniéndose a un lado mío, reposando su mano sobre mi hombro.

Mi cuerpo se estremeció, estaba asustado, era la primera vez que yo me encontraba en un lugar así.

Observé detenidamente el aspectos de los presentes; una piel blanca cubría sus músculos no muy ejercitados, era blanca como la nieve; las miradas eran aterradoras, profundas y perdidas... realmente estaba nervioso.

Me volví en dirección al señor Fitzgerald, traté de observar sus ojos, me era imposible... parecía que careciera de mirada. Miró a su alrededor y observó a cada uno de los presente mientras comentaba a media voz -- Os agradezco por vuestra presencia, pues ésta será la noche que acobije la bienvenida a un nuevo hermano... -- Un profundo suspiro, y la sonrisa invadió sus delgados labios. Prosiguió -- Y éste hermano será festejado con una gran cena, encabezada por el señor Pechá... -- En ese momento varios sirvientes se introdujeron al salón, adornando la mesa con sorprendentes platillos. Sorprendentes por su tamaño. En la mesa habían platos de oro, copas de cristal y cubiertos plateados, finas servilletas, velas con gran candela y botellas añejas de mucho tiempo... pero lo que realmente me robaba la atención, eran aquellas bandejas de plata recién introducidas a la mesa. Una de ellas fue colocada frente de mí.

La sonrisa en los labios de los invitados me perturbaba, su mirada atenta a los platillos, el silencio que invadió al salón... los latidos de mi corazón aumentaban mientras la bandeja al frente mío era destapada...

El señor Fitzgerald me observaba, podía sentirlo, su mano delgada recargada en mi hombro hacía presión mientras su cuerpo se encorvaba para susurrarme al oído -- Bienvenido seas, al principio de tu horror. -- Dio un paso atrás, dejé de sentir su mano sobre mi hombro, mi piel erizada, mis sentidos perturbados y mi mente desconcertada.

Por fin destaparon el recipiente. El escalofrío recorrió mi cuerpo, llegó a mí la sensación de asco y el terror me invadió... por fin entendí porqué la cena sería encabezada por mi mejor amigo... él, sería la cena.

1 comentario:

  1. ok espero que ahora si lo aceptes hubieras dejado mas a la imaginacion, esta padre como describes todo, el mantel, los utinsilios, y las bandejas, pero en la parte en donde ya ivan a servir o comer hubiera estado padre que primero hubieran aparecido unos tacos de lengua, de ceso,de tripa , despues el musmlo y la pierna o la costilla y ya al ultimo cuando ya etuvieran degustado de los sagrados alimentos se abriera la bandeja con la cabeza aaaaaaa!!! que horrorr jajajajajaj atte brenda narcia.

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